Hoy, queremos hablar de un tema de gran relevancia para muchos inversores: cómo invertir según tu edad con la regla del 120. Y es que, aunque nuestra labor es puramente docente e informativa y no realizamos recomendaciones de inversión, te contamos todo lo que necesitas saber sobre esta regla para distribuir tu cartera de inversión según el ciclo vital en el que te encuentres. Si quieres saber qué es, cómo funciona, qué tiene en cuenta y si es fiable la regla del 120, no te pierdas este artículo.
Qué es la regla del 120
Se trata de un principio que establece, en función de una regla matemática, los riesgos que puedes asumir según la edad que tengas; partiendo de la base de que es el ciclo vital en el que te encuentres el que va a marcar tus inversiones, y teniendo en cuenta que, cuando estás más próximo a tu jubilación, necesitarás más ahorros y, por lo tanto, debes exponerte menos al riesgo. Esto se traduce en el tipo de activo por el que debes apostar en tu cartera según la etapa del ciclo vital en el que te encuentres.
En qué se basa la regla del 120
Este principio se sustenta en dos premisas básicas: la primera es que cuando eres joven, debes buscar una mayor rentabilidad para tus inversiones; la segunda premisa, directamente relacionada con ésta es que, si te encuentras en una etapa más avanzada de tu ciclo vital, deberás tener una menor exposición al riesgo para no perder los ahorros acumulados. De este modo, lo que tiene en cuenta es la rentabilidad, el riesgo y el horizonte temporal (los tres estrechamente relacionados) y su aplicación a tu edad. Además, relaciona esto el porcentaje que debes destinar a renta fija o renta variable en la configuración de tu cartera.
Rentabilidad, horizonte temporal y riesgo
Como ya hemos adelantado, estas tres variables tienen una relación directa cuando hablamos de inversión. Con un horizonte temporal más amplio (inversiones a largo plazo) es más factible poder conseguir rentabilidades también mayores y reducir riesgos. Por otro lado, a mayor riesgo, mayor probabilidad de rentabilidades más altas (de lo contrario, no merecería la pena asumir esos riesgos). Y cuando más joven eres, mejor puedes soportar ese mayor riesgo en vista de mayores rentabilidades, y con un horizonte temporal mayor y viceversa (conforme vas alcanzando más edad, deberías asumir un perfil más conservador, puesto que tienes menos tiempo para recuperarte de pérdidas, más necesidad de ahorros y, por lo tanto, deberías exponerte menos al riesgo, aunque la rentabilidad sea también menor).
Fases de una inversión
En función de todo esto, podemos hablar de tres fases o estadios en las inversiones (que se relacionan con la etapa del ciclo vital en la que te encuentres):
- Fase de acumulación: se busca una mayor rentabilidad para aumentar el capital (esto es asumible cuando eres joven).
- Fase de consolidación: conforme vas cumpliendo edad, se va reduciendo el riesgo para asegurar el dinero acumulado.
- Fase de reducción: cuando alcanzas o estás cercano a tu edad de retiro, se reduce al máximo el riesgo o es el momento de recuperar el capital invertido.
Renta fija y renta variable: ¿cuál es el riesgo de cada una?
Una vez que hemos visto la relación entre riesgo, rentabilidad y horizonte temporal en las inversiones, es el momento de analizar cada tipología de activos. La renta fija (activos de deuda, pagarés, bonos, obligaciones…) tiene una rentabilidad asegurada de antemano (tenemos garantizada la recuperación de la inversión más los intereses acordados), por lo tanto, el riesgo suele ser mucho menor. En el caso de la renta variable (acciones, bolsa, fondos de inversión…), no conocemos la rentabilidad futura de las inversiones, por lo que el riesgo es mayor (pero habitualmente también ofrece posibilidad de mayores rentabilidades que los intereses de una renta fija), ya que depende del comportamiento de los mercados financieros y empresas.
Cómo funciona la regla del 120
Una vez que has entendido los conceptos básicos de inversión según el horizonte temporal, la rentabilidad y el riesgo, y la distribución de las inversiones en función de los tipos de activos, vamos a repasar en qué consiste la regla del 120. Su funcionamiento es tan sencillo como restar a 120 tu edad; el resultado obtenido será el porcentaje que debes destinar a renta variable en tus inversiones (y el resto se destinaría a renta fija). Es decir, configurar la distribución de los activos entre renta fija o renta variable en función de una simple operación matemática.
Ejemplos según la edad de la regla del 120
Para que lo puedas entender de una manera más clara, vamos a ver algunos ejemplos: si tienes 20 años, deberías decantarte por la renta variable y no destinar nada a renta fija (120 – 20 = 100% de renta variable); a los 30, el 90% iría a renta variable y el 10% a renta fija; a los 50 el porcentaje sería del 70% / 30%; y así iría descendiendo (si tienes 80 años, la regla arroja un resultado de 40% a renta variable y 60% a renta fija).
¿Es fiable la regla del 120?
Una vez que has llegado hasta aquí, la pregunta lógica es cómo de fiable es este patrón. La respuesta es que no se trata de la fórmula mágica del éxito; simplemente, es una estimación que se podría tomar como orientación, pero no garantiza nada (y es que, en inversión, rara vez podemos dar nada por garantizado). Además, esta regla no tiene en cuenta una serie de variable que te comentamos a continuación:
El momento del mercado es importante
La regla del 120 establece un patrón matemático con independencia de la situación de los mercados; hay momentos en los que éstos atraviesan situaciones de mayor volatilidad, o variables macroeconómicas (crisis, recesiones, etc.) que también influyen, por lo que no podemos considerar esta regla como infalible, ya que se aleja de la situación real.
Situación de los tipos de interés
Otro de los temas que debemos tener en cuenta es la situación de los tipos de interés, ya que estos van a marcar si debemos decantarnos o no por la renta fija. Con tipos de interés bajos o negativos (como los que hemos vivido), la renta fija no es recomendable por la baja rentabilidad que puede ofrecer; sin embargo, en función de la situación de los tipos de interés, puede ser una buena opción cuando estos están altos.
Impacto de las emociones en la inversión
Esto es lo que se conoce en el mundo de las finanzas como ‘behavioural finance’. La regla del 120 no tiene en cuenta esto y es que, a lo largo de nuestra vida, no sólo cambia la exposición al riesgo que podemos asumir, sino también nuestros objetivos financieros; de manera que hay otra serie de variables que también deben ser tenidas en cuenta para determinar la distribución de nuestro porfolio.
¿Mantener el mismo producto 10 años después es siempre un error?
Según algunos expertos, mantener el mismo producto financiero 10 o 15 años después de haberlo adquirido es un error cuando hablamos de inversión, por los cambios del ciclo vital que venimos comentando; sin embargo, hay ocasiones en las que mantenerse invertido con un horizonte temporal largo ofrece mayores rentabilidades, especialmente cuando no se tiene la suficiente educación financiera como para poder aprovechar las oportunidades del mercado.
El ratio es algo excesivo
Si aplicamos de manera estricta la regla del 120, es posible que el ratio entre el porcentaje que debemos destinar a renta variable frente al de renta fija sea algo excesivo. Un ejemplo es que una persona de 65 años (a punto de alcanzar la edad de jubilación) debería destinar más de la mitad de sus inversiones (el 55%) a renta variable. Teniendo en cuenta que se encuentra en una edad en la que necesitará complementar su pensión por el descenso de poder adquisitivo que supone estar jubilado, y es momento de asegurar los ahorros o recuperar capital, se trata de un porcentaje que puede llegar a ser demasiado alto.
Variantes de la regla del 120
En función de esto, algunos expertos hablan de la regla del 100, en lugar de la del 120. Esto es, restar tu edad a 100; de este modo, a los 20 deberías destinar el 80% a renta variable; a los 40 un 60% y a los 70 años un 30%.
Consejos para aplicar la regla del 120
Después de todo lo que hemos comentado, ya habrás visto que la regla del 120 tiene sus pros y sus contras; por eso, te ofrecemos algunos consejos para que la puedas aplicar a tus inversiones de manera que sea más beneficiosa para tu salud financiera:
No la tomes a rajatabla
La regla del 120 no debe ser un patrón para aplicar a rajatabla; sino una orientación para plantearte si estás gestionando tus finanzas personales, y concretamente tus inversiones, de una manera acorde a la etapa del ciclo vital en la que te encuentras. Debería ayudarte a reflexionar sobre si estás aprovechando las oportunidades del mercado y rentabilizando tu ahorro, o si te estás exponiendo excesivamente al riesgo. A partir de ahí, quizá sea interesante que cuentes con un buen asesoramiento que te ayude a distribuir de una forma más adecuada los activos de tu cartera de inversión.
Conoce tu perfil inversor
Una de las claves de la inversión es conocer tu perfil inversor. Esto te ayudará a saber qué riesgos puedes asumir, ya que, con independencia de la edad, la exposición al riesgo no es igual para todos, y es posible que no te encuentres cómodo con los porcentajes que establece la regla del 120. Y es que no todo el mundo está preparado para asumir las pérdidas que pueden suponer ciertas inversiones, por lo que, como hemos comentado, lo importante es que realices una correcta asignación de activos en función de tu perfil riesgo y de tus propios objetivos financieros.
Importancia de la diversificación
Otro de los consejos que siempre deberías aplicar a tus inversiones es que siempre cuentes con una cartera equilibrada y bien diversificada. Esto no sólo influye en la distribución entre renta fija o renta variable, sino en los propios productos y vehículos de inversión, teniendo en cuenta también la diversificación geográfica.
No olvides el ahorro
El ahorro familiar siempre es fundamental, pero más que nunca en los momentos en los que la incertidumbre económica marca la realidad del día a día. La inversión es la forma de conseguir que nuestro dinero trabaje por nosotros y una manera de generar ingresos pasivos; pero la inversión nunca puede sustituir al ahorro, así que es importante que puedas definir qué parte puedes destinar a invertir y qué parte a ahorrar. En este sentido, debes recordar que nunca deberías invertir el fondo de emergencia, pues se trata de un colchón de ahorro que nos protege frente a posibles imprevistos; de manera que someterlo al riesgo que supone cualquier tipo de inversión, sería uno de los grandes errores en la gestión de tus finanzas personales.
Dónde puedes invertir
Siguiendo con todo lo anterior, lo importante es que configures tu cartera en función de tu perfil inversor, tus circunstancias personales, tus objetivos financieros y el momento del ciclo vital en el que te encuentres, diversificando tu porfolio de manera que puedas conseguir una mayor rentabilidad, un menor riesgo y con un horizonte temporal que te permita también optimizar este binomio. A partir de ahí, puedes elegir los productos más adecuados para ti, ya sea inversión inmobiliaria, planes de pensiones, bolsa, fondos de inversión, criptomonedas, crowdfunding o cualquier vehículo de inversión que consideres más adecuado según tus características; como ves, las opciones son casi infinitas.
Conclusión:
La regla del 120 establece el porcentaje entre renta fija y renta variable que debemos dedicar en nuestras inversiones según nuestra edad. Consiste en restar nuestros años a 120 y el resultado será el porcentaje que debemos invertir en renta variable. No obstante, no se trata de una fórmula mágica que tengamos que aplicar a rajatabla, sino una orientación para reflexionar sobre si estamos posicionados correctamente en función de las variables rentabilidad, riesgo y horizonte temporal. Lo correcto sería adecuar esta regla a nuestro propio perfil inversor y objetivos financieros, diversificando nuestra cartera en función de nuestras circunstancias y eligiendo los productos que más se adecuen a nuestras necesidades, sin olvidar algo tan necesario para nuestras finanzas personales como el ahorro familiar. Si quieres ampliar tus conocimientos sobre ahorro e inversión, inscríbete en nuestro programa de Educación Financiera.